
El duelo es un proceso “normal”, no constituye un trastorno en sí mismo. Se trata de un viaje que recorremos todos ante una ausencia, pérdida de una persona querida, separación de nuestra pareja o familiar, cambio importante en nuestra vida…
¿Cuánto tiempo dedicamos a aprender a superar una perdida? No nos hemos parado a pensar que antes o después experimentaremos una u otra pérdida y que en muchas ocasiones no estamos preparados, experimentando gran dificultad a elaborar ese camino, encontrándonos sin herramientas que utilizar. No podemos vivir al margen del sufrimiento, pero nadie nos enseña a manejar estas ausencias.
Es un proceso complejo y doloroso, quizá de los más intensos que se pueden sentir. Se experimenta de diversas formas según los factores personales, las circunstancias que rodean a la pérdida, la relación establecida y los antecedentes de pérdidas experimentados.
Aparecen diversas emociones como rabia, ira, pena y vacío que son acompañadas por pensamientos de incredulidad, preocupación, pensamientos intrusivos, de negación… Todos ellos forman parte del proceso natural que tienen como función ayudar a adaptarnos a retomar nuestra vida con esa ausencia. El problema aparece cuando esos pensamientos, sentimientos y conductas nos impiden elaborar el duelo.
Se trata de un camino lleno de dificultades, sufrimiento, aceptación y gran aprendizaje. Un proceso natural que nos aporta cierto grado de madurez, crecimiento emocional y personal. Un camino que se debe recorrer en solitario y en el que durante parte del trayecto te acompañaremos y enseñaremos cómo recorrerlo.