
Es normal sentir tristeza ante determinados acontecimientos de nuestra vida, todos sentimos este tipo de emociones en algún momento, pero somos capaces de utilizar diversas estrategias para hacer frente a las situaciones y no alargar esa tristeza en exceso. En ocasiones, esas emociones nos arrastran, detienen e impiden continuar con nuestra vida, haciéndose cada vez más intensas y dolorosas, abandonando todo lo que hay a nuestro alrededor e incluso a nosotros mismos.
Resulta de gran importancia recabar toda la información posible e identificar las posibles causas de su aparición. En su tratamiento, además de retomar las actividades placenteras que realizaba la persona, tiene un gran peso el cambio de creencias y estilo de pensamiento que mantienen y cronifican este estado.
Trastorno depresivo
Se caracteriza por la presencia de un estado de ánimo depresivo o la pérdida de interés o placer por las cosas que anteriormente resultaban placenteras. La persona con un estado de ánimo depresivo siente ganas de llorar continuamente, incluso ante situaciones que no le hacían llorar en un pasado. Además viene acompañado de sentimientos de culpabilidad e inutilidad, problemas de concentración, fatiga, problemas de sueño, aumento o disminución de peso e incluso puede aparecer la idea de muerte.
El trastorno depresivo puede tener causas muy variadas y orígenes muy diversos, tanto psicológicos, como sociales o físicos. Existiendo algún hecho que funciona como desencadenante en su aparición.
Bajo estado de ánimo
La presencia de un bajo estado de ánimo intenso y de larga duración, junto a sentimientos de culpa, desesperanza, baja autoestima, se conoce como distimia. No resulta tan incapacitante para la persona pero si provoca gran sufrimiento y tristeza, impidiéndole sentirse bien. No se trata de un acontecimiento puntual, sino que la persona se siente así durante largos periodos de tiempo, afectando al manejo de situaciones, decisiones y emociones.